¿Y SI TENEMOS CLAVOS EN LOS PIES?

¿SABES QUÉ ES UN HELOMA?

Parece mentira que, de repente, tengamos la sensación TERRIBLE de que se nos haya introducido un clavo en la planta del pie. Pero a veces pasa. Y no porque nos hayamos clavado uno….sino porque se nos ha formado un callo hacia dentro, imperceptible al principio que, cuando crece, duele muchísimo.

A este tipo de callos se les denomina «helomas». Para entender cómo se producen, es necesario saber que la capa más superficial de la piel de nuestro cuerpo o “estrato córneo”, está compuesta principalmente por queratina y se encuentra en constante renovación. Actúa como una barrera protectora que garantiza el mantenimiento fisiológico interno y protege al organismo contra agresiones. Pero a veces se producen “queratopatías”, lesiones que influyen negativamente en el proceso de renovación de esa queratina.
Atendiendo a esta explicación, los helomas son queratopatías que se manifiestan como un callo redondeado, con núcleo, de consistencia dura y doloroso a la presión. Tienen un aspecto similar al de las verrugas plantares, de forma que lo mejor es acudir a la consulta de un profesional que nos facilite el diagnóstico de la lesión.

¿PERO QUÉ TE HE HECHO YO PARA QUE TE CLAVES ASÍ?

Cuando tenemos un heloma y pisar se convierte en una tortura para nosotros, nos preguntamos por qué ha aparecido esa tremenda y enorme molestia que no nos deja caminar bien. Hay distintas causas por las que surgen este tipo de lesiones, entre las que destacan:

  • La presión constante e intermitente de la piel sobre relieves o «picos» óseos.
  • La forma de caminar que hace que aumente la presión en determinadas zonas del pie.
  • La utilización de calzado estrecho.
  • Deformidades óseas. Por ejemplo, los dedos “en garra” favorecen la aparición de helomas en los dedos, tanto en el dorso como en las yemas de los mismos, motivados por un incremento de presión en estas zonas.

Además de conocer las razones por las que podemos presentar un heloma, también debemos saber que existen distintas clases, siendo las más comunes los siguientes:

1. interdigital, que aparecen entre los dedos a consecuencia de la presión continuada de un dedo contra otro.
2. neurovascular, porque presenta terminaciones vasculares y nerviosas, lo que hace que el dolor sea todavía más intenso que en otros casos.
3. periungueal, ya que se produce alrededor de las uñas por la presión que generan los bordes de estas sobre la piel.
4. subungueal, que aparece bajo la uña.
5. nicotínico, asociado al consumo de tabaco.

Quizás este último merezca un artículo por sí mismo, ya que cada vez es más frecuente. Y es que fumar influye en la aparición de helomas puesto que reduce el flujo sanguíneo, lo que impide que el oxígeno llegue como debe a los músculos y tejidos de nuestro cuerpo. Así, tenemos mala circulación por todo, también en nuestros pies y además, las toxinas que se producen por el tabaco se van acumulando en el heloma que se ha generado.

En cuanto al tratamiento, internet está lleno de remedios caseros sobre cómo ayudar a la desaparición de este tipo de callos (y que van desde aplicar una pasta hecha con aspirinas, ajos o cebollas o cortar un higo por la mitad y aplicar su pulpa en la herida…casi milagroso…!) pero está claro que lo mejor es pedir cita con un Podólogo.

El procedimiento para la eliminación o enucleación de un heloma suele variar en función de su causa de aparición. Por lo que, en caso de ser debido a un relieve óseo, será necesario limar ese hueso. Si se trata de un caso de dedos en garra, una silicona aliviaría la presión, mientras que si el problema es causado por la forma de caminar, la solución puede encontrarse en facilitar al paciente unas plantillas adecuadas a sus pies.

De cualquier manera, tras el tratamiento (o quiropodia), siempre se recomienda realizar un estudio pormenorizado de la pisada, que permitirá al especialista conocer más sobre el pie del paciente y prevenir la aparición de nuevos helomas.